La chef que lleva las riendas del madrileño Club Allard consolida su trayectoria profesional con este importante galardón
@gastroactitud
Publicado 28/05/2015
La Real Academia Española de Gastronomía acaba de hacer pública la concesión del Premio Nacional de Gastronomía en la categoría de Mejor jefe de cocina a María Marte, responsable de los fogones del restaurante madrileño El Club Allard.
El galardón viene a consolidar la trayectoria de una mujer valiente y luchadora, al frente de la cocina del establecimiento de la calle Ferraz desde que en octubre de 2013 Diego Guerrero lo dejara para embarcarse en nuevos proyectos. No ha sido un trabajo fácil para una chef que se declara autodidacta, y que ha ido aprendiendo y formándose con el trabajo y la práctica.
Dominicana, llegó a Madrid en 2003, y comenzó a trabajar en la cocina del Club Allard, pero no como cocinera sino limpiando en el office. Y es que la suya es una historia de superación, de esfuerzo y sacrificios. Estudió pastelería en Santo Domingo, pero todo lo que aprendió después fue a base de leer, practicar y ver cómo cocinaba Diego. Se lo contaba hace algo más de un año a Julia Pérez en una entrevista para GastroActitud: “Un día un cocinero se despidió y yo le pedí a Diego Guerrero entrar en su lugar. Me dijo que no, pero después me dijo que estaba de acuerdo siempre que yo continuara con mi trabajo en el office. Así lo hice. Primero ayudaba en cocina y después fregaba. Se me juntaba un turno con otro. Vivía en el restaurante. Como no me daba tiempo a ir a casa, me echaba en un recodo a descansar. Así pasé varios años”. La oportunidad le llegó por casualidad, con un problema en un plato que ella misma subsanó sin consultar. Pero lo hizo bien y la promocionaron. En 2010 su entonces jefe le ofreció ser su segundo en la cocina. Y así continuó hasta que dos años más tarde Guerrero abandonó inopinadamente el lujoso establecimiento. María Marte, se quedó al cargo, una enorme responsabilidad porque tenía el listón muy alto: mantener el prestigio del restaurante, con dos estrellas Michelin.
Lejos de amilanarse, María ha mantenido el nivel gastronómico y desarrollado su propio estilo culinario, elegante, impecable, técnico, pero donde prevalecen los sabores, ingredientes y aromas caribeños, sin duda una parte irrenunciable de su personalidad. Ha logrado conservar los dos macarrones en la Guía Roja, y ahora este Nacional de Gastronomía es una nueva recompensa a su impecable trabajo. Al premio estaban también nominados los cocineros Eneko Atxa (del restaurante vizcaíno Azurmendi), el televisivo Jordi Cruz (del barcelonés ABaC) y Ricard Camarena, del restaurante homónimo valenciano.
El galardón viene a consolidar la trayectoria de una mujer valiente y luchadora, al frente de la cocina del establecimiento de la calle Ferraz desde que en octubre de 2013 Diego Guerrero lo dejara para embarcarse en nuevos proyectos. No ha sido un trabajo fácil para una chef que se declara autodidacta, y que ha ido aprendiendo y formándose con el trabajo y la práctica.
Dominicana, llegó a Madrid en 2003, y comenzó a trabajar en la cocina del Club Allard, pero no como cocinera sino limpiando en el office. Y es que la suya es una historia de superación, de esfuerzo y sacrificios. Estudió pastelería en Santo Domingo, pero todo lo que aprendió después fue a base de leer, practicar y ver cómo cocinaba Diego. Se lo contaba hace algo más de un año a Julia Pérez en una entrevista para GastroActitud: “Un día un cocinero se despidió y yo le pedí a Diego Guerrero entrar en su lugar. Me dijo que no, pero después me dijo que estaba de acuerdo siempre que yo continuara con mi trabajo en el office. Así lo hice. Primero ayudaba en cocina y después fregaba. Se me juntaba un turno con otro. Vivía en el restaurante. Como no me daba tiempo a ir a casa, me echaba en un recodo a descansar. Así pasé varios años”. La oportunidad le llegó por casualidad, con un problema en un plato que ella misma subsanó sin consultar. Pero lo hizo bien y la promocionaron. En 2010 su entonces jefe le ofreció ser su segundo en la cocina. Y así continuó hasta que dos años más tarde Guerrero abandonó inopinadamente el lujoso establecimiento. María Marte, se quedó al cargo, una enorme responsabilidad porque tenía el listón muy alto: mantener el prestigio del restaurante, con dos estrellas Michelin.
Lejos de amilanarse, María ha mantenido el nivel gastronómico y desarrollado su propio estilo culinario, elegante, impecable, técnico, pero donde prevalecen los sabores, ingredientes y aromas caribeños, sin duda una parte irrenunciable de su personalidad. Ha logrado conservar los dos macarrones en la Guía Roja, y ahora este Nacional de Gastronomía es una nueva recompensa a su impecable trabajo. Al premio estaban también nominados los cocineros Eneko Atxa (del restaurante vizcaíno Azurmendi), el televisivo Jordi Cruz (del barcelonés ABaC) y Ricard Camarena, del restaurante homónimo valenciano.
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