Mi gin tonic favorito
Como bebo poco vino procuro que sea bastante bueno. Destilados de alta graduación tampoco tomo y combinados menos. De vez en cuando, eso sí, pierdo los papeles con el gin tonic, como me está pasando en las cenas veraniegas. Lo de España con este combinado no sucede en ninguna parte. Hasta tal punto que somos el segundo país que más ginebra consume en el mundo, detrás de Filipinas.
Años atrás cuando estaba de moda presumir de vinos, los más cursis viajaban con una carta de añadas de Rioja en el bolsillo. Casi nadie sabía nada pero daba lo mismo. Ahora lo que mola es manejar nombres de ginebras y no incurrir en el error de tomar dos gin tonics de la misma marca seguidos.
Tanta es la presión que no hay una coctelería que no almacene más de 50 ginebras distintas. Me dicen que en los mercados circulan más de 300 y su número sigue subiendo. Parece que lo que priva es probar nuevas marcas en botellas de diseño.
La preparación del gin tonic es un misterio similar al de la tortilla de patatas. ¿Cómo es posible que con solo con tres ingredientes -- tónica, ginebra y limón --, más cubitos de hielo se consigan resultados tan distintos?
Llevo tiempo intentando sacar conclusiones. ¿La clave de todo? La temperatura de los ingredientes, que deben estar fríos o helados y la proporción entre ginebra y tónica. La calidad la doy por supuesta.
Confieso que me aburren los gin tonics creativos. Esos en los que aparecen rodajas de pepino, bayas de enebro, regaliz, flores, coriandro o lo que sea. Jardines flotantes que me estorban. Tampoco tengo claro si las cucharas de serpentín por las que algunos cocteleros dejan resbalar las tónicas son algo más que mero espectáculo. Por supuesto, los vasos de tubo pasaron ya al olvido.
En los últimos meses he probado gin tonics magníficos, empezando por el de Pitu Roca en el Celler de Can Roca, cuyos cubitos de hielo están hechos con infusiones en frío de enebro y cardamomo. Algo delicadísimo. Y no cito otros porque quiero centrarme en uno de mis favoritos, el del famoso “Dry Martíni” de Barcelona.
Además, su propietario, Javier de las Muelas, amigo desde hace años, es uno de los expertos más paradójicos que conozco: no bebe nada de alcohol y jamás le he visto agitando una coctelera. Sin embargo, sus teorías me convencen.
1) Copa grande, tipo balón o, mejor, vasos altos de sidra
2) Cubitos de hielo de agua pura descalcificada.
3) Ginebra a 0º C
4) Tónica a 3ºC
5) Rodajas de limas o limones verdes de cultivo ecológico, lavados y secados para quitarles la parafina
6) Tres medidas de tónica por una medida de ginebra, aspecto clave.
Gin tonic de Javier de las Muelas
Ingredientes:1 copa de ginebra Bombay Original o Saphire (7 cl)
1 botellín de tónica Schweppes
Una rodaja de lima
Cubitos de hielo de agua pura
Elaboración:
Introducir 7 cubitos de hielo en un vaso alto y ancho tipo sidra
Añadir la ginebra y verter suavemente la tónica
Decorar con una rodaja de lima y remover de forma delicada.
Así de sencillo. Me queda una duda ¿es mejor utilizar rodajas de limón o tan sólo su corteza?
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