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Ibiza ‘mix’: Cirque du Soleil y los hermanos Adrià se alían
Alta gastronomía, arte, ‘performance’, moda y música juntos en Heart, el último club de la isla creado por estos grandes magos del espectáculo.
28 de junio de 2015
07:45 h.
Este verano será posible entrar en un lugar y salir varias horas
después con una obra de arte contemporáneo bajo el brazo, una divertida
cena de los hermanos Albert y Ferran Adrià en el estómago y un
espectáculo sin acrobacias ideado por Cirque du Soleil en la retina. Y, además, haber asistido a una actuación en directo de, por ejemplo, Duran Duran o Massive Attack.
A la mañana siguiente todo puede haber parecido un sueño pero seguro
que en la cuenta de Instagram de quien lo ha vivido habrá más de una
imagen o vídeo con la ubicación Heart Ibiza.
Dalt Vila en el horizonte y una obra del artista japonés Takashi Murakami presidiendo una fachada de madera son las coordenadas de la entrada de este esperado club. Todos los ojos del mundo de la noche estarán puestos aquí a partir de su inauguración el 30 de junio. Pero S Moda es el primer medio que se cuela en los ensayos generales. Quedan pocos días para su apertura al público y 330 personas trabajan a un ritmo frenético para conseguir la excelencia a la que aspiran. «Nuestro propio listón está muy alto», dice el chef Albert Adrià. «Queremos encontrar un lenguaje gastronómico mejor del que ya existe. Hemos trabajado mano a mano con Cirque du Soleil para crear desde las vajillas a la presentación, el ambiente… Las expectativas que hay depositadas en nosotros son muy altas y no vamos a parar de trabajar hasta que logremos la gran experiencia que tenemos en la cabeza». Le pesa la responsabilidad de tener un equipo de 33 personas que ha venido desde sus mejores restaurantes y otros como Mugaritz. «Los mejores chavales quieren trabajar aquí y no puedo defraudarles. Por eso, además de elaborar platos al máximo nivel, los iremos cambiando para que ellos estén motivados», asegura.
¿Por qué en Ibiza? «Es un lugar al que la gente viene a experimentar. La isla ofrece libertad, sensación de felicidad e invita a explorar nuevas sensaciones», cuenta Frank Helpin, director creativo del circo canadiense. «El proyecto nace con una premisa común: los Adrià no querían hacer un restaurante ni nosotros un show, sino mezclar todos los ingredientes que dominamos en una nueva experiencia en constante evolución y cambio. Que la gente esté cenando mientras pasan cosas increíbles a su alrededor y se empapen de ellas», prosigue Frank. Pero que nadie espere grandes acrobacias por el aire, con fuego o bajo el agua. La iluminación, la música y la danza serán los protagonistas del ambiente.
Arte contemporáneo interactivo
Hay dos galerías de arte en su interior: Blum & Poe y Ventana Contemporary. Ambas seleccionan las diferentes obras de artistas que hay repartidas por el local e ideadas para la interactuación. La primera, comisariada por Heather Harmon, ha sido la encargada de traer la obra de Murakami a la isla. Aparte de la escultura de calaveras de la fachada, al entrar en Heart, da la bienvenida un panel circular con una pintura psicodélica del japonés. «Es su última creación. Nos parecía importante tener algo suyo porque convierte lo histórico en algo contemporáneo», explica Harmon. La otra galería, Ventana Contemporary, ha elegido obras con las que el público puede jugar. Los vídeos de personas besándose, del artista Rafael Lozano, se sitúan en dos espacios del local y se ponen en marcha solo si el público se acerca, pues funcionan con sensores. Piezas de este artista se encuentran en la colección del MoMA o de la Tate. «El otro invitado para interactuar con el show de Cirque du Soleil en el escenario es Miguel Chevalier. Es el Pollock digital y ha ideado dos instalaciones para nosotros. Una con la paleta de colores de Ibiza, que varía con los cambios de ritmo de la música, y otra que proyecta la vida de flores virtuales que nacen, crecen, si te acercas te saludan y acaban explotando», cuenta Giorgetti. Esta galería cuenta con una pequeña tienda en la terraza donde venden obras de estos artistas y joyas de otros grandes como Anish Kapoor o Damian Hirst.
Alta gastronomía
En el mismo espacio y al mismo tiempo suceden múltiples cosas. Es imposible verlo todo si solo se acude una vez. Al contenido que aportan las galerías hay que sumarle una serie de performances en unas peceras gigantes, un escenario con bandas en directo, artistas de diferentes disciplinas en distintos rincones y, cómo no, la gastronomía de nivel. En el tema del comer, al hacer la reserva, hay que decidirse entre la experiencia de la terraza o la de la sala. En el exterior se disfruta del atardecer frente al centro histórico de Ibiza, al ritmo del dj Robert Miles y degustando street food. Es la opción más informal. Han colocado unas caravanas de un diseño muy cuidado y separadas entre sí para fomentar el movimiento de los comensales. En ellas se dispensa una recreación made in Adrià de la mejor cocina callejera del mundo: bocados peruanos, japoneses, españoles, de fusión, ostras, frutas o divertidos gofres. Este espacio puede albergar a 210 personas y su precio oscila entre los 80 y 110 euros.
En la planta de abajo, frente a la cocina abierta, una mujer hace esferificaciones
de olivas, aceitunas que explotan en el paladar, y se las ofrece al
cliente antes de que lo conduzcan a su
mesa. Cada vez que entran nuevos comensales, los cocineros gritan a la señal del chef Rafael Zafra «¡Heart!», como si fueran los guerreros de una haka maorí. Entonces uno ya puede entrar al Supper, la sala donde se encuentran unas mesitas bajas que no acogerán a grupos de más de 14 personas. «No quiero acumulación de gente ni que se conozcan los de las mesas cercanas», dice Albert. En el momento que uno se acomoda tiene que estar dispuesto a no enfadarse con sus propios sentidos aunque estos comiencen a engañarle. Los platos nunca son lo que parecen. Productos reconocibles para la vista esconden otros sabores y las texturas cambian en el paladar. Los seguidores de los hermanos Adrià encontrarán algunos de los éxitos de sus otros restaurantes. «Hemos cogido la base de muchos y hemos hecho modificaciones. Teníamos la canción y hemos variado algunas notas». No han querido hacer un menú degustación. «Hemos creado unos pequeños menús, llamados Mundos, para que se puedan combinar: Ibérico, Nikkei, México, Lejano Oriente, Kaiseki, Vegano y los postres», cuenta Adrià. Explica que durante un año han recorrido la isla «para comprobar qué demanda aquí la gente. Hemos llegado a la conclusión de que quieren comida sana, ligera, natural, entretenida y rápida. Por eso la cena no durará más de dos horas y se ingerirán unos 400 gramos». Aunque están en una isla, con la dificultad que eso conlleva, han apostado por el producto local. «Nos encanta visitar a los agricultores de la zona para conseguir los tomates payeses, el famoso cerdo negro o al típico colgado que vive en un pueblo perdido y planta chiles. Esto es lo más divertido», asegura el chef.
Entre plato y plato, mientras uno se siente más pesado (y feliz) unos
bailarines urbanos, cada vez más etéreos, danzan cerca de las mesas. Se
van activando performances artísticas en las peceras, desfilan gogós con varios cambios de vestuario y
se suceden distintas actuaciones en el escenario. Hay creadores locales
e internacionales como DandyPunk, que acapara toda la atención de la
noche con su mezcla de visuales e interpretación. Y con los postres
llega la traca final gracias al departamento de música dirigido por
Daniel Busturia, quien promete traer lo mejor del mundo. «Pasarán más de
80 bandas en una especie de café concierto del futuro. ¿A quién no le
habría gustado ver el famoso directo de Nirvana en la MTV? Pues es lo
que pasará aquí». Sin duda, todo el mundo querrá decir que ha pasado una
noche de verano en Heart.
Dalt Vila en el horizonte y una obra del artista japonés Takashi Murakami presidiendo una fachada de madera son las coordenadas de la entrada de este esperado club. Todos los ojos del mundo de la noche estarán puestos aquí a partir de su inauguración el 30 de junio. Pero S Moda es el primer medio que se cuela en los ensayos generales. Quedan pocos días para su apertura al público y 330 personas trabajan a un ritmo frenético para conseguir la excelencia a la que aspiran. «Nuestro propio listón está muy alto», dice el chef Albert Adrià. «Queremos encontrar un lenguaje gastronómico mejor del que ya existe. Hemos trabajado mano a mano con Cirque du Soleil para crear desde las vajillas a la presentación, el ambiente… Las expectativas que hay depositadas en nosotros son muy altas y no vamos a parar de trabajar hasta que logremos la gran experiencia que tenemos en la cabeza». Le pesa la responsabilidad de tener un equipo de 33 personas que ha venido desde sus mejores restaurantes y otros como Mugaritz. «Los mejores chavales quieren trabajar aquí y no puedo defraudarles. Por eso, además de elaborar platos al máximo nivel, los iremos cambiando para que ellos estén motivados», asegura.
¿Por qué en Ibiza? «Es un lugar al que la gente viene a experimentar. La isla ofrece libertad, sensación de felicidad e invita a explorar nuevas sensaciones», cuenta Frank Helpin, director creativo del circo canadiense. «El proyecto nace con una premisa común: los Adrià no querían hacer un restaurante ni nosotros un show, sino mezclar todos los ingredientes que dominamos en una nueva experiencia en constante evolución y cambio. Que la gente esté cenando mientras pasan cosas increíbles a su alrededor y se empapen de ellas», prosigue Frank. Pero que nadie espere grandes acrobacias por el aire, con fuego o bajo el agua. La iluminación, la música y la danza serán los protagonistas del ambiente.
Hay dos galerías de arte en su interior: Blum & Poe y Ventana Contemporary. Ambas seleccionan las diferentes obras de artistas que hay repartidas por el local e ideadas para la interactuación. La primera, comisariada por Heather Harmon, ha sido la encargada de traer la obra de Murakami a la isla. Aparte de la escultura de calaveras de la fachada, al entrar en Heart, da la bienvenida un panel circular con una pintura psicodélica del japonés. «Es su última creación. Nos parecía importante tener algo suyo porque convierte lo histórico en algo contemporáneo», explica Harmon. La otra galería, Ventana Contemporary, ha elegido obras con las que el público puede jugar. Los vídeos de personas besándose, del artista Rafael Lozano, se sitúan en dos espacios del local y se ponen en marcha solo si el público se acerca, pues funcionan con sensores. Piezas de este artista se encuentran en la colección del MoMA o de la Tate. «El otro invitado para interactuar con el show de Cirque du Soleil en el escenario es Miguel Chevalier. Es el Pollock digital y ha ideado dos instalaciones para nosotros. Una con la paleta de colores de Ibiza, que varía con los cambios de ritmo de la música, y otra que proyecta la vida de flores virtuales que nacen, crecen, si te acercas te saludan y acaban explotando», cuenta Giorgetti. Esta galería cuenta con una pequeña tienda en la terraza donde venden obras de estos artistas y joyas de otros grandes como Anish Kapoor o Damian Hirst.
Alta gastronomía
En el mismo espacio y al mismo tiempo suceden múltiples cosas. Es imposible verlo todo si solo se acude una vez. Al contenido que aportan las galerías hay que sumarle una serie de performances en unas peceras gigantes, un escenario con bandas en directo, artistas de diferentes disciplinas en distintos rincones y, cómo no, la gastronomía de nivel. En el tema del comer, al hacer la reserva, hay que decidirse entre la experiencia de la terraza o la de la sala. En el exterior se disfruta del atardecer frente al centro histórico de Ibiza, al ritmo del dj Robert Miles y degustando street food. Es la opción más informal. Han colocado unas caravanas de un diseño muy cuidado y separadas entre sí para fomentar el movimiento de los comensales. En ellas se dispensa una recreación made in Adrià de la mejor cocina callejera del mundo: bocados peruanos, japoneses, españoles, de fusión, ostras, frutas o divertidos gofres. Este espacio puede albergar a 210 personas y su precio oscila entre los 80 y 110 euros.
mesa. Cada vez que entran nuevos comensales, los cocineros gritan a la señal del chef Rafael Zafra «¡Heart!», como si fueran los guerreros de una haka maorí. Entonces uno ya puede entrar al Supper, la sala donde se encuentran unas mesitas bajas que no acogerán a grupos de más de 14 personas. «No quiero acumulación de gente ni que se conozcan los de las mesas cercanas», dice Albert. En el momento que uno se acomoda tiene que estar dispuesto a no enfadarse con sus propios sentidos aunque estos comiencen a engañarle. Los platos nunca son lo que parecen. Productos reconocibles para la vista esconden otros sabores y las texturas cambian en el paladar. Los seguidores de los hermanos Adrià encontrarán algunos de los éxitos de sus otros restaurantes. «Hemos cogido la base de muchos y hemos hecho modificaciones. Teníamos la canción y hemos variado algunas notas». No han querido hacer un menú degustación. «Hemos creado unos pequeños menús, llamados Mundos, para que se puedan combinar: Ibérico, Nikkei, México, Lejano Oriente, Kaiseki, Vegano y los postres», cuenta Adrià. Explica que durante un año han recorrido la isla «para comprobar qué demanda aquí la gente. Hemos llegado a la conclusión de que quieren comida sana, ligera, natural, entretenida y rápida. Por eso la cena no durará más de dos horas y se ingerirán unos 400 gramos». Aunque están en una isla, con la dificultad que eso conlleva, han apostado por el producto local. «Nos encanta visitar a los agricultores de la zona para conseguir los tomates payeses, el famoso cerdo negro o al típico colgado que vive en un pueblo perdido y planta chiles. Esto es lo más divertido», asegura el chef.
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